Si yo fuera un chavo pasando por el proceso de salir del clóset en el Londres de 2017, estaría aterrado. Grindr es un lugar tenebroso.
Salir del clóset es un evento muy importante en la vida de un hombre gay. Todo te impresiona, ansías ser validado y quieres explorar lo que el mundo gay ofrece. Bajar una app es mucho más fácil que salir y a un bar y tratar no parecer fuera de lugar o solitario. Pero la verdad es que estas apps llevan a los usuarios a sentirse deshumanizados, aislados y miserables.
El logo de Grindr, la app con más de 4 millones de usuarios en todo el mundo, es literalmente una máscara. Fotos no solicitadas de penes y fiestas de drogas y sexo son un lugar común. Los chavos pueden pensar que esto es normal. No lo es y a menudo descubren esto demasiado tarde, con adicciones a las drogas y al sexo en tasas peligrosamente altas.
Si yo fuera un chico pasando por el proceso de salir del clóset en el Londres de 2017, estaría aterrado. Grindr es un lugar tenebroso.
Como alguien que ha batallado contra las adicciones, he trabajado con la 56 Dean Street (clínica de VIH de Londres) para ayudar a quienes enfrentan una situación similar. Mi trabajo me ha enseñado que este tipo de aplicaciones tienen un efecto negativo en nuestra comunidad. De acuerdo a estudios, para algunas personas —especialmente los que tienen personalidades adictivas— la adulación y los hits que reciben en esas apps son tan destructivos como cualquier otra adicción. Parte de la rehabilitación ahora incluye quitarlas del teléfono.
La gente que queda atrapada en este ciclo deja sus teléfonos prendidos todo el tiempo, se despiertan para ver cuántos mensajes tienen, estas apps se apoderan de sus vidas.
Hace poco hice un estudio en colaboración con David Stewart y 56 Dean Street para subrayar los peligros de estas aplicaciones. Hasta hace dos años, el término chems (en referencia a sostener relaciones homosexuales utilizando ciertas drogas de forma recreativa) se utilizaba libremente en los perfiles, pero ahora está prohibido. Si bien esto es un avance, un pene en erección en un perfil se elimina, pero las conversaciones sobre drogas se siguen llevando a cabo, sobre todo en chats privados.
Durante el curso de la investigación solamente estuve conectado por una hora cada día durante tres días. Y me ofrecieron drogas 137 veces. Son números escalofriantes. Se trata de un paraíso para un vendedor de drogas.
Hay apps que te ofrecen una estrategia diferente. Hace poco descubrí Chappy, en donde todas las fotos de perfil deben mostrar un rostro, con lo cual se pone fin al océano de usuarios anónimos. Todos los perfiles se deben verificar vía Facebook, con lo cual cada uno es más responsable de sus acciones, comportamiento y conversaciones.
Ellos han visto lo que yo he visto y creen que hay una manera en que los hombres gay tengan citas en el mundo moderno sin que deban perder su integridad. Así tienen una opción para encontrar al príncipe azul, o alguien que busque más una relación que un ligue. No hay fotos no solicitadas de penes y hay un sistema para moderar las actividades. Me esperanza saber que existen estas opciones. El tiempo dirá si se trata de una app que podamos ver con orgullo en la comunidad.
Con aplicaciones como Grindr, Hornet y Scruff puedes bloquear a alguien y luego vuelven a salir al haber creado otro perfil. O, lo que es un caso muy probable, tengan dos o más perfiles. No hay una guía y han sacado lo peor de nosotros. Ha producido una generación de hombres gays que se comunican así, lo cual no es sino un falso sentimiento de normalidad.
Pero, a fin de cuentas, debemos ser responsables, pues no es solo es culpa de las appsde citas. Todos tenemos la responsabilidad de proteger a la comunidad de las amenazas obvias. Como colectivo podemos remarcar las amenazas potenciales y poner a la gente en el camino de las opciones positivas y empoderadoras. Podemos conocernos entre sí y disfrutar el alcance del mundo digital sin tener que arriesgar nuestra dignidad.
Este texto fue publicado originalmente en HuffPost Reino Unido y ha sido traducido del inglés.
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